abril 10, 2011

ácido clorhídrico medicamentoso


Hoy entendí todo:
tal vez estamos en la vida de la gente
porque debemos hacerlo,
porque algo va a ocurrir
y nos necesitan cerca.

Después de todos los gritos,
me di cuenta que no me pasa nada

      ¿existe algo llamado soledad?
      ¿La compartimos, o es individual?
No es un estado de ánimo,
                     tampoco una temporalidad:
       es una característica,
un adjetivo,
que nos cultiva el niño interno
     –y cuando se acaba–
es que por fin lo consentimos
es que, finalmente, lo dejamos salir
de ahí, que la soledad sea represión
de ahí, que cuando nos acompañan
de nuestro estómago salen:
        todo tipo de ácidos,
   miradas infantiles,
         una pueril motivación.
La soledad, entonces, también es impotencia
una garganta llena de arena
con la voz delgada,
   como un líquido melífluo
   que camina lentamente
   y cae sin hacer ningún ruido
tan fina que cabe
   por una abertura estrecha
y cuando pasa, pierde la vida
            va dejando al roce, todo su color.
Te envidio, garganta colorada
por saber tomar lo que no es tuyo
por robar en tus paredes, la dulzura.


Debo explicar que el "Hoy" de esta entrada se refiere hace unas semanas atrás, entre esos veintes del mes de mayo, cuando tuvimos episodios de gastritis medicamentosa en mi casa... Supongo que el dato es necesario para entender la cosa.