noviembre 23, 2011

nuestro amigo johnny

Hoy me sorprendieron en la mañana los mensajes de mi amiga Andrea. En ellos me habló, entre otras cosas, de Johnny (o Johnnhy, Jhonyh… sólo Dios y él saben cómo está deletreado su nombre en el acta de nacimiento y en la cédula de identidad). El hecho es que Johnny (como yo he decidido llamarlo en este escrito) es el conserje del colegio donde pasé el 80% de mi vida, y por ende, donde ocurrió Aquéllo.

Al parecer, Andrea, quien estudió conmigo en ese claustro académico, recientemente vio pasar al susodicho conserje cerca de su casa y no pudo detener la carcajada que salió corriendo de sus labios al recordarse de todas las divertidas bromas que hacíamos acerca del humilde señor.

Johnny es, a los ojos de todos los que en la vida pasamos por las aulas del San Agustín: el que tiene las llaves de todos los rincones, el que sabe dónde está guardado todo, el que uno ve todos los días, el que tiene la maravillosa capacidad de arreglar todo, el que es buscado por todos, el que participa (sine qua non) en todo, el que todo el mundo conoce, quien te saca de todos los apuros; en fin, todo un milagro. No existe una frase que describa a este señor que excluya la palabra "todo"…

Es además: amable, comprensivo, dispuesto, caritativo, ocupado, popular, espiritual.. es decir, toda una eminencia. Claro que no faltan las ocasiones en que lo buscas, lo buscas y lo buscas… pero el hombre seguramente anda en la resolución de algún problema que otra persona, como tú, previamente estuvo en su cacería por el mismo o más tiempo del que llevas intentando dar con su paradero. Sin embargo, por sobre todas las cosas, este inigualable señor es infinitamente chistoso.

Cuando lo ves en los pasillos (justo en esos momentos en que no te encuentras desesperado por su ayuda, porque de lo contrario, jamás te toparías con él tan naturalmente) y lo saludas con un amigable "¡Hola Johnny!", él responde con su único, adulado, ovacionado, aplaudido y esperado: "¿Mo tá?".

Y no se refiere a lo que muchos piensan, sino a su particular manera de decir "¿Cómo estás?" que, cabe destacar, dura medio segundo (tiempo suficiente para entender la frase bisilábica) y viene acompañado de una minúscula elevación de cabeza a manera de afirmación también bastante típica del famoso Johnny.

Sí… soy culpable… muchas veces repetimos el "¿Mo tá?" y lloramos de la risa por el asunto. Incluso recuerdo saludarlo sólo por el morbo de morir a carcajadas por su respuesta. Y tengo que decir que es impresionante cómo pasé 16 años en aquellos edificios, y este señor no sólo permanece invariable a través del tiempo, sino que saluda de la misma manera cada vez que diriges una frase inicial a su persona.

Este texto no pretende hacer mofa de Johnny. Todo lo contrario, es una fortuna tenerlo en mi memoria y que siga trabajando dentro de la institución que tanto me alimentó. Así que, donde quiera que estés mi querido Johnny, te deseo muchas cosas buenas para tu vida, y que de alguna forma estén retornando a ti todas las asistencias que nos prestaste y que resolvieron maravillosamente nuestras dificultades.

noviembre 03, 2011

descalzo

Bajo por la ciudad, perdido, solo, meditabundo, con una canción de fondo que repito y repito sin parar. Me justifico, (a mí no a mis acciones), apago el teléfono, pienso en el futuro, en el pasado, en el pasado futuro, en qué estará haciendo mi pasado en el futuro, en qué pensara mi pasado ahorita, pienso en las palabras.

No dejo de ver una escena en mi mente, un suscitador que llega de repente y solo, sin inicio ni final, sólo un intermedio, un diálogo que no sé por qué se dice, pero que igualmente se dice: "yo quiero que todos caminen descalzos por mi casa. Esa es mi tierra, y por mi tierra caminan las artes"

Es una mujer, joven que está visualizando su futuro hogar… limpio, acogedor, pequeño, y lo más importante es que todos al entrar dejan sus zapatos porque la condición es andar descalzos…. se lo explica a alguien, tal vez a un hombre, tal vez a sí misma o a su mejor amiga.

Justo en ese momento pasa una pareja a mi lado, en la oscuridad, tomados de la mano y ella le susurra algo al oído de él…. juegan, todo es un juego...