agosto 05, 2011

me quiero borrar

Y mientras escribo esto, quiero borrar poco a poco las palabras que no dicen nada
Y mientras escribo esto, quiero borrar poco a poco las palabras que no dicen
Y mientras escribo esto, quiero borrar poco a poco las palabras que no
Y mientras escribo esto, quiero borrar poco a poco las palabras que
Y mientras escribo esto, quiero borrar poco a poco las palabras
Y mientras escribo esto, quiero borrar poco a poco las
Y mientras escribo esto, quiero borrar poco a poco
Y mientras escribo esto, quiero borrar poco a
Y mientras escribo esto, quiero borrar poco
Y mientras escribo esto, quiero borrar
Y mientras escribo esto, quiero
Y mientras escribo esto
Y mientras escribo
Y mientras
Y

agosto 02, 2011

sin título

Pídoles que reproduzcan la canción y lean el texto a la par de la música. *m



-¿Alguna vez has lanzado un sonido al mar?

-Mmmmm… no

-¿Te lo imaginas? Yo a veces dejo que la imaginación me lleve allí.

-¿Cómo es entonces… un sonido en el mar?

-Es como… no dejar de crecer.

Son fuerzas que atraen y expulsan al mismo tiempo.

Aunque… no existe la tensión, la corriente te relaja en el vibrar de la nostalgia.

Es libertad: expandirse sin dañar a nadie.

Es diluirse sin perderse en la inmensidad, saberte gigante y aún reconocerte vulnerable.

Luego percatas que existen distancias infinitas entre tú y el mundo. Pero no te importa, eres capaz de recorrerlas todas una y otra vez con tal de tocar cada espacio de tu cuerpo.

Habitas tus emociones, logras ver cómo el tiempo se hace espeso y delicado.

Trasciendes y migras de velocidades.

La mirada, se vuelve diminuta… tanto, que cabe en una gota de ti.

Y llega un momento, en que ya no eres nadie, sino una corriente de pretextos.

Nada importa, nada existe. Te conviertes en frecuencias pausadas, arítmicas, como el parpadeo de los ojos.

Sientes que tu cabello se estira sin dañarte, y te acaricia al roce con tu piel que ahora es marea: despiadada, rebelde y robusta; pero natural, distraída y pueril.

-¿Y el corazón?

-El corazón deja de latir…

El corazón cambia de nombre a profundidad fría, oscura, tenue. Pero no mala, más bien: melancólica.

Se vuelve ausencia, deja de esperar.

Y en ese silencio del no estar, es en el que vive el sonido que lanzaste. En ese espacio que no es... vives tú.

-y... ¿de qué color es?

-Blanco… y negro.