abril 16, 2012

ton cœur, s'il te plaît

Dice la maestra a la clase:

"Vamos a imaginarnos que estamos en París… tenemos que aprender a pedir cosas, porque ¿Qué pasaría si se mueren de sed y necesitan pedir una botella de agua, por ejemplo? Para pedir una botella de agua simplemente decimos: une bouteille d'eau, s'il vous plaît…"

"¿Y qué pasaría si lo que necesitan es llegar a un sitio por el metro? Para pedir un ticket de metro decimos: un tiket de métro, s'il vous plaît"

En eso, yo, entre risas y meditaciones, le digo:

"Pero madame, ¿qué pasa si nos enamoramos?, es mucho más importante aprender a pedir el corazón de otra persona"

Claro que la mujer creyó que era una broma. Afortunadamente, respondió con una tremenda sonrisa y con cierto tinte rojo bajo sus mejillas. El resto de la clase también reía y miraba hacia mi puesto (ubicado en la parte trasera) con ojos de complicidad y picardía, como diciendo: "qué bromista eres"

"Mira qué galán, ya quieres aprender a pedir eso" continuó la peliroja y bonita profesora de francés.

La pregunta se extravió entre las risas suscitadas, la profesora siguió sus explicaciones y yo, hecho un ovillo pensante, me acordé de aquel momento negro…

"Je ne peux pas vivre sans toi" resonó potente dentro de mí. Esa frase que quedó tallada de manera irreversible en mi imaginario personal, tan ajena como inoportuna, tan injusta como incalculada.

Sí: ahora es un eco que no deja de agrietar con sus temblores, igual de estrepitoso como la primera vez.

Creo que necesito un plan de contingencia antisísmico... necesito practicar mis ejercicios de olvido.